martes, diciembre 19, 2006

Herencias del abuelo

La hachuela (un hacha pequeña) que hoy tengo en mi poder como un recuerdo de tantos años la conoció mi mamá en la finca de su abuelita encarnación y de su abuelito Pedro. Mi Mamá estuvo en su finca cuando mi abuelo Julián quedó sin trabajo, la misma finca de la culebra cazadora. Uno de esos recuerdos de la finca es cuando se subió a un algarrobo por un palo y algún gracioso le quitó el instrumento y ella no tuvo más remedio que bajarse agarrada del tronco, raspándose piernas y brazos. Ya más grande se subió a un eucalipto como vio que se subían sus primos, usando una correa. Después no supo cómo bajar y se peló igual mientras mi abuelita la esperaba para castigarla en la base del árbol.

Para llegar a esa finca iban del centro de Armenia a un sitio llamado Tres Esquinas y de allí desviaban hasta otro llamado El Caimo. Allí los espraban con las bestias para ir sobre ellas hasta la finca o aveces hacían el trayecto a pie.

Mi abuelo Julián arrancaba los racimos secos del árbol de higuerilla para sacar aceite. Con ese aceite se iluminaba el Divino Rostro, la imagen de Jesús que quedó plasmada en el manto de la Verónica. De la higuerilla también sacan el aceite de ricino (tal vez sea el mismo). Para sacar el aceite machacaban las semillas y las ponían a hervir. El aceite flotaba y al enfriar podían separarlo del resto del material.

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