miércoles, septiembre 06, 2006

El ataque a la base de Palanquero

Esta historia me la contó hace poco mi mamá aunque había oído de ella por mi papá. En la nochevieja (31 de diciembre) de 1952 se presentó un asalto a la base áerea de Palanquero cerca de La Dorada, en Puerto Salgar, al otro lado del río Magdalena. Mi papá había tomado un poco durante la celebración. Durante la noche se escuchaba el tiroteo desde La Dorada y casi al amanecer llegaron unos militares de la base a que ayudara a tratar los heridos y hacer el levantamiento de los muertos que produjo el ataque. De lo que contaba mi papá se destacaban varias cosas como el hecho que el supuesto comandante del ataque era un personaje foráneo que murió en la refriega, perfectamente afeitado, blanco, de botas y muy bien vestido; diferente a todos los demás. También contaba del hombre que murió de un balazo en el pecho y que tenía la caja toracica completamente destrozada pero su corazón seguía latiendo.

También contaba que el salvador de la base fue un cabo que se encontraba de licencia y después de tomarse unos tragos se dirigió a la base y se echó a dormir cerca de la casamata, el depósito donde almacenaban el armamento. Lo despertó la balacera y, en calzoncillos y medio borracho, tomó una de las ametralladoras del polvorín y se encarnizó dando bala a todo el que se aparecía. Habían asesinado a un centinela y se metían en muchedumbre. Obviamente al cabo quisieron juzgarlo en consejo de guerra por cualquier babosada de los militares. Ahí están pintados. Al fin no lo hicieron.

martes, septiembre 05, 2006

Toque de queda, Bogotá, Mayo de 1957

El día que cayó el gobierno de Rojas Pinilla, mi mamá andaba en el centro de Bogotá con mi hermano Julián, de tres años en ese momento, cuando fue declarado el toque de queda. Éste comenzaba a las 8 de la noche y ya iba a ser esa hora. Mi mamá cuenta que andaba por algún lado de la carrera octava cerca de la Plaza de Bolívar y no sabía qué bus tomar para su casa. Se acercó a un oficial del ejército que andaba por ahí para preguntar qué debía hacer. Él hizo parar un carro particular y le ordenó al conductor que llevara a mi mamá hasta su casa, en el barrio Palermo (Calle 45A # 21-26). La mandó acompañada de un soldado y el del automóvil no tuvo otra opción que cumplir la orden. Lo bueno para él es que iba con el soldado y no le iba a pasar nada si entraba el toque de queda.

Cuando subió al poder el general Rojas Pinilla por medio de un golpe de estado, mi mamá y mi papá estaban en La Dorada y veían las aclamaciones con las cuales lo recibían. Mi mamá, con esa capacidad profética que posee sólo dijo: "ojalá no le pase como a Maria Antonieta que la recibieron con vítores y terminó decapitada". A los cuatro años las protestas terminaron tumbando el gobierno, ese día en que mi mamá andaba por el centro a la hora que no debía.