sábado, diciembre 23, 2006

De viva voz



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Duración 1:51. Dejemos que de su propia voz mi mamá nos cuente el comienzo de una de sus historias más famosas: los espantos en la casa de mi abuela

martes, diciembre 19, 2006

Herencias del abuelo

La hachuela (un hacha pequeña) que hoy tengo en mi poder como un recuerdo de tantos años la conoció mi mamá en la finca de su abuelita encarnación y de su abuelito Pedro. Mi Mamá estuvo en su finca cuando mi abuelo Julián quedó sin trabajo, la misma finca de la culebra cazadora. Uno de esos recuerdos de la finca es cuando se subió a un algarrobo por un palo y algún gracioso le quitó el instrumento y ella no tuvo más remedio que bajarse agarrada del tronco, raspándose piernas y brazos. Ya más grande se subió a un eucalipto como vio que se subían sus primos, usando una correa. Después no supo cómo bajar y se peló igual mientras mi abuelita la esperaba para castigarla en la base del árbol.

Para llegar a esa finca iban del centro de Armenia a un sitio llamado Tres Esquinas y de allí desviaban hasta otro llamado El Caimo. Allí los espraban con las bestias para ir sobre ellas hasta la finca o aveces hacían el trayecto a pie.

Mi abuelo Julián arrancaba los racimos secos del árbol de higuerilla para sacar aceite. Con ese aceite se iluminaba el Divino Rostro, la imagen de Jesús que quedó plasmada en el manto de la Verónica. De la higuerilla también sacan el aceite de ricino (tal vez sea el mismo). Para sacar el aceite machacaban las semillas y las ponían a hervir. El aceite flotaba y al enfriar podían separarlo del resto del material.

Mi otro abuelo

Mi abuelo Julián era un gran amigo de mi mamá. Dice ella que era una gran persona y aunque era muy pequeña conversaban mucho y le contaba historias de por allá del Chocó, porque él anduvo por esas tierras. Ella y sus hermanos se escondían detrás de la puerta a esperarlo a que llegara de trabajar y lo asustaban. Él se hacía el que no sabía y siempre se "asustaba" cuando los pequeños salían de su escondite.

Era muy bueno con las matemáticas y le explicaba a mi mamá para las tareas. No se las hacía sino que la dirigía de tal forma que ella aprendiera. Ya leímos antes cómo mi mamá aprendió de él su primera letra: la "E" del cabezote del periódico El Tiempo.

Mi abuelo murió cuando ella tenía 10 años. Es muy difícil para un niño pequeño entender la muerte de alguien y mi mamá al recordar hoy esos días se conduele de mi abuelita al ver a sus hijos esperando al que ya nunca más volvería. Cuando iban al cementerio cada ocho días a llevarle flores, mi mamá golpeaba en la lápida y le preguntaba a mi abuela "¿Por qué no contesta mi papá? "

"Pobrecita mi mamá" atina a decir la mía refiriéndose a mi abuelita mientras me cuenta esta historia.

domingo, diciembre 17, 2006

Una culebra casi mamífera

Mi mamá vivió cuando era muy niña en la finca de su abuelo Pedro, durante un tiempo que su papá quedó sin trabajo y no había otro sitio para vivir. Pero gracias a eso muchas de las historias que ella cuenta son de esos meses y de otras ocasiones en que solo iba a la finca de paseo

En la finca de mi abuelo había una culebra cazadora a la que le dejaban todos los días un plato de leche. La culebra, a la vista de todos iba a tomarse su bebida que le daban en retribución a mantener la casa limpia de roedores. Después de finalizado su banquete diario volvía al bosque a seguir su faena de caza.

viernes, diciembre 15, 2006

Mariposas negras

Esta no es una historia que cuenta mi mamá sino una de cómo ella me enseñó a deshacerme de esos horribles animales que son como unas inmensas polillas que en épocas de lluvia aparecen en Bogotá.

No puedo sentir que una de esas bestias aletea cerca de mí, ni siquiera a mis tantos añitos. Pero mi mamá me enseñó a atraparlas cuando están quietas. Se abre una bolsa lo más que se pueda, se toma por el fondo y con cuidado se ubica la boca sobre la mariposa. Ella revolotea tratando de escapar pero queda en la bolsa. Se cierra ésta sin aplastar al animal en el proceso y luego se lleva a la calle donde se bota la bolsa para que la mariposa termine saliendo pero por si acaso, se huye de ella a toda velocidad y se cierra la puerta, no sea quiera regresar a tomar venganza.

jueves, diciembre 14, 2006

Tendencias

Mientras hablamos de las enfermedades que ha padecido la familia me cuenta mi mamá de un familiar suyo que murió. Una historia que me pidió no revelará con nombres.

Era muy "pinta", mono de jos azules y después de la misa de "cuerpo presente", como dice mi mamá se llamaba en ese tiempo, una fila de hombres pasó junto al ataúd y fue depositando sobre él alternadamente un clavel blanco y uno rojo. Cuando mi mamá le pregunto a mi papá qué significaría eso el respondió "será que esos también son mariposos". Solo en ese momento supo mamá de las preferencias de su familiar en una época donde eran mucho menos toleradas que hoy.

martes, diciembre 12, 2006

Don Pacho

Mi abuelito Pacho, papá de mi papá, se sentaba a contar historias de la guerra de los mil días. Una vez que coincidieron él y las hermanas de mi mamá en La Dorada él se sentó en una silla cualquiera a contarles mientras ellas permanecían alrededor suyo, en el suelo escuchándolo.

Él era muy joven cuando lo de la guerra (alrededor de 15 años) y se casó poco después con "La Mona", mi abuelita Rosa. Las hermanas de mi papá a veces se preguntaban por qué mi mamá sabía tantas historias de su papá y ellas no. La razón tiene que ver con la época, en la que el padre de una familia era casi un ser venerado y temido y nunca se creó una relación de confianza como sí ocurrió entre mi mamá y el suegro.

Poco antes del nacimiento de mi hermano mayor (1954) murió Don Pacho. Cuenta mi mamá que las luces de la casa donde estaban en compañía de una prima mía se apagaron, para volverse a prender y luego apagarse del todo. Mi mamá supo entonces que el suegro, muy enfermo en el momento, había partido, había pasado a despedirse.

lunes, diciembre 11, 2006

5 en conducta

Cuando mi mamá era soltera y vivía en La Dorada, los oficiales de la base de La Fuerza Aérea en Puerto Salgar tenían la "costumbre" de calificar de acuerdo a la conducta a las jóvenes del pueblo. Obviamente mi mamá era una de las pocas, dos no más, que lograban una calificación de 5 sobre 5 (de otra forma no les mencionaría ese detalle de la calificación). Esa fama de muchacha seria y responsable le abrió sin dudas las puertas con sus suegros (mis abuelos paternos). Mi papá Pacho (mi abuelito) era especialmente afectuoso con ella y se tenían mucho cariño y mucha confianza.

La otra excelente en conducta era compañera del Banco de Colombia llamada Daisy Díaz.

domingo, diciembre 10, 2006

Al estilo de Tarzán

Mi mamá era fanática de las películas de Tarzán y tanto le gustaba que una vez se atrevió a subirse a un árbol y agarrarse de un bejuco al estilo de las películas del hombre mono. La mala fortuna de la vida real le mostró que no todos sirven para columpiarse de árbol a árbol y por eso terminó en una cañada de donde la recogió la prima que la acompañaba un poco golpeada.

Pero su mala suerte del día no terminó allí porque la susodicha prima tuvo a bien contar a los que estaban en la casa de la finca y mi abuelita, por supuesto, no le perdonó su pela correspondiente.

Mi mamá en esa época no tenía aún los diez años cumplidos. Ninguna de las hijas de mi abuelita fue tan inquieta como mi mamá.